La decisión del presidente Bernardo Arévalo de nombrar a Claudia Escobar como representante de Guatemala ante la OEA ha provocado un torbellino de opiniones. Escobar, ex magistrada que renunció por desacuerdos con la corrupción sistémica en el sistema judicial, ahora se encuentra en el centro de la arena internacional, donde su nombramiento es visto tanto como un gesto de compromiso con la justicia como un potencial punto de fricción.
Mientras que muchos aplauden la elección por considerar que Escobar podría impulsar significativamente la reforma judicial desde un escenario internacional, otros cuestionan si su historia y percepciones anteriores podrían sesgar la supervisión de la OEA en Guatemala. "La integridad de nuestro proceso judicial está en juego, y es fundamental que quienes nos representan mantengan un enfoque objetivo", señaló un experto en derecho internacional.
A medida que Escobar se prepara para asumir su nuevo rol, el debate sobre su nombramiento ofrece un reflejo de las divisiones más amplias en la sociedad guatemalteca sobre cómo abordar la reforma del corrupto sistema judicial y asegurar un futuro más justo y equitativo para todos sus ciudadanos.